M.V.P. Test

El primer paso es empaparnos del proyecto: conocer su histórico, modelo de negocio, competencia, avances… El objetivo es profundizar en la esencia del producto o servicio —y en todo aquello que le rodea— para testarlo de la manera más estructurada, personalizada y controlada posible.

Testar un producto exige combinar técnicas cualitativas y cuantitativas. Después de reclutar a potenciales usuarios, compartimos con ellos el producto a través de un test guiado con una herramienta que nos proporciona resultados de usabilidad, contenido y funcionalidad. Además celebramos entrevistas personales en profundidad en donde ponemos a prueba el producto y nos permiten recoger respuestas más cualitativas. ¿Siguiente paso? ¡Analizar y obtener conclusiones!

Una vez recogidos y estudiados los insights de producto, negocio y marca, planteamos una serie de talleres estratégicos encaminados a fortalecer el negocio y responder a algunas preguntas esenciales… ¿Me estoy dirigiendo al público correcto? Si no es así, ¿a quién debo dirigirme? ¿Tengo controlada a toda mi competencia? ¿Sé cómo diferenciarme? ¿Cuál es mi propuesta de valor? ¿Qué infraestructura necesito para ser viable económicamente? ¿Las funcionalidades planteadas tenían sentido? ¿Cuánto afectan las mejoras detectadas a mi negocio?

El objetivo principal era conocer cómo se comporta tu producto en un contexto real y al mismo tiempo aprender. En este punto, lo habremos hecho. Pero aún quedaría listar esos insights recogidos de las entrevistas, aplicar ajustes en el diseño, comunicación o marca (si fuera necesario), plantear nuevos flujos detectados y recopilar los learnings de negocio. El emprendedor contará con un producto refrendado, con los to do’s esenciales aplicados, y una serie de mejoras deseables identificadas. En otras palabras: ¡conocimiento!